
La faloplastia es una de las cirugías más complejas dentro del proceso de afirmación de género para hombres trans, especialmente en aquellos con antecedente de metoidioplastia. La metoidioplastia, que busca liberar el clítoris para crear un neofalo pequeño mediante el uso de hormonas y técnicas quirúrgicas, puede representar una barrera para la faloplastia posterior debido a alteraciones anatómicas en los tejidos utilizados en esta última intervención.
El proceso de conversión de una metoidioplastia a faloplastia requiere una planificación meticulosa por parte del equipo quirúrgico. La faloplastia implica el uso de tejido de otras áreas del cuerpo, como el antebrazo o el muslo, para construir un pene más funcional y de mayor tamaño. Sin embargo, el tejido previamente intervenido puede tener cicatrices o adherencias que dificultan la extensión de la uretra, la vascularización y la sensibilidad del neofalo creado, lo cual es fundamental para la función sexual y urinaria.
Además, los hombres trans que ya se sometieron a una metoidioplastia pueden haber alcanzado ciertos niveles de satisfacción, lo que convierte a la faloplastia en una opción más compleja de evaluar psicológica y físicamente. La recuperación es extensa y conlleva riesgos de complicaciones, como infecciones, problemas en la cicatrización y dificultades para mantener la funcionalidad urinaria.
En conclusión, la cirugía de faloplastia en pacientes con antecedente de metoidioplastia es considerablemente compleja y requiere una personalización exhaustiva. Los profesionales deben evaluar cuidadosamente las expectativas del paciente, la condición de los tejidos y los riesgos asociados, para determinar si esta es una opción viable y si puede satisfacer las necesidades físicas y emocionales de cada individuo.