
La dilatación vaginal es un paso crucial para mantener los resultados óptimos tras una vaginoplastia. Este proceso asegura que el canal vaginal conserve su profundidad y elasticidad, además de prevenir el cierre de la neovagina. Realizarlo de manera adecuada no solo preserva los beneficios de la cirugía, sino que también protege tu salud y comodidad.
Para empezar, elige un espacio limpio, tranquilo y privado. Lava bien tus manos y el dilatador con agua tibia y jabón neutro. Luego, aplica una cantidad generosa de lubricante a base de agua en el dilatador para facilitar su inserción y reducir la fricción.
Adopta una posición cómoda, como acostarte con las rodillas dobladas y los pies apoyados, o semi-inclinada en una silla. Introduce el dilatador suavemente en el canal vaginal, siguiendo las instrucciones de tu cirujano. No debes sentir un dolor intenso; si ocurre, detente y consulta con tu médico.
Mantén el dilatador en su lugar durante el tiempo recomendado, usualmente entre 15 y 30 minutos, según la etapa de recuperación en la que te encuentres. Relájate y respira profundamente para evitar tensión muscular. Realiza la dilatación con la frecuencia indicada, que generalmente disminuye a medida que pasan los meses postoperatorios.
Es fundamental ser constante y no saltar sesiones, especialmente durante las primeras semanas. Si tienes alguna duda o experimentas molestias inusuales, comunícate de inmediato con tu equipo médico.
Recuerda que la dilatación no solo es un acto físico, sino también una forma de cuidar tu cuerpo y celebrar este importante paso en tu camino. La paciencia y el compromiso contigo misma son clave para un resultado exitoso y duradero.
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