Todo procedimiento quirúrgico genera cierto grado de estrés y daño tisular, lo que con frecuencia se traduce en dolor postoperatorio. La intensidad del dolor está determinada por factores como la extensión de la cirugía, el sitio anatómico, la técnica quirúrgica, las comorbilidades existentes y las percepciones culturales y psicológicas individuales del dolor.
La mayoría de las cirugías requieren una estancia corta en la unidad de cuidados postanestésicos, después de lo cual los pacientes son dados de alta para recuperación ambulatoria u hospitalización con tratamiento analgésico oral o intravenoso. Sin embargo, los anestesistas han utilizado técnicas parenterales (intravenosas o subcutáneas) para lograr un adecuado control analgésico en determinados casos.
Actualmente se están utilizado dispositivos elastoméricos para dosificar medicamentos analgésicos. Consisten en bombas de infusión para la administración continua y el mantenimiento de concentraciones plasmáticas relativamente constantes de analgésicos. Estas bombas livianas tienen un recipiente de plástico transparente con un globo elastomérico en el que se introduce el medicamento. Cuando está completamente inflado, el globo ejerce una presión constante continua, empujando su contenido a través de un filtro y un reductor de flujo.
La mayor parte de la experiencia con dispositivos de infusión elastoméricos proviene de pacientes de cuidados paliativos y oncológicos que han recibido infusiones de agentes quimioterapéuticos, antibióticos, analgésicos, sedantes y antieméticos con buenos resultados y estabilidad de las mezclas.
Específicamente en cirugía plástica, existe evidencia sobre el uso de bombas de infusión elastoméricas en mamoplastia y abdominoplastia, se han utilizado infusiones continuas de anestésicos locales en el sitio de la herida quirúrgica e igualmente el uso de estos dispositivos para el manejo analgésico intravenoso, siendo esta vía de administración de gran utilidad y efectividad en el tratamiento del dolor postoperatorio.