
En la faloplastia con colgajo radial de antebrazo libre (RFAP, por sus siglas en inglés), la selección, planificación y ejecución del injerto son determinantes para lograr un resultado funcional y estético exitoso. El antebrazo no dominante es preferido para minimizar la morbilidad funcional. La región volar es la zona donante ideal por su piel delgada, elasticidad, y vascularización confiable, principalmente por la arteria radial y su red venosa superficial y profunda.
Las medidas óptimas del colgajo varían según el fenotipo del paciente, pero generalmente deben oscilar entre 18 y 22 cm de largo y 11 a 13 cm de ancho para permitir la construcción de un neofalo con proporciones adecuadas. Es fundamental realizar una prueba de Allen para confirmar la integridad de la circulación colateral, garantizando la viabilidad de la mano tras la toma del injerto.
Técnicamente, se debe preservar cuidadosamente el paquete neurovascular que incluye la arteria radial, una vena comitante, y el nervio cutáneo antebraquial medial para asegurar la revascularización y sensopercepción del neofalo. Se recomienda el uso de lupas o microscopio quirúrgico para las anastomosis vasculares, que deben realizarse con técnica de sutura sin tensión y buena coaptación, reduciendo el riesgo de trombosis o necrosis del colgajo.
La atención postoperatoria incluye vigilancia estrecha del flujo sanguíneo mediante doppler, manejo del dolor y prevención de infecciones. Asimismo, se recomienda rehabilitación temprana del brazo donante para preservar la función.
Una planificación detallada, junto con precisión técnica microquirúrgica, permite maximizar la supervivencia del colgajo y reducir complicaciones, logrando resultados funcionales, urinarios y estéticos altamente satisfactorios para el paciente.