
La mastectomía de masculinización es una intervención quirúrgica fundamental para muchas personas transmasculinas que buscan alinear su cuerpo con su identidad de género. Sin embargo, aunque la extracción del tejido mamario es el paso principal, la lipomodelación del tórax representa una fase complementaria crucial para lograr un resultado estético y funcional óptimo.
La lipomodelación permite esculpir el contorno torácico, eliminando depósitos de grasa sobrante y definiendo las líneas musculares del pectoral, lo que contribuye a una apariencia más masculina y natural. En muchos casos, la mastectomía por sí sola no logra crear un tórax simétrico y plano, especialmente en personas con mayor cantidad de grasa corporal o con formas anatómicas particulares. Aquí, la lipomodelación actúa como una herramienta para refinar y personalizar los resultados, mejorando la autoestima y el bienestar psicológico del paciente.
Además del impacto estético, esta técnica contribuye a evitar irregularidades como hundimientos, abultamientos o asimetrías, que pueden requerir correcciones posteriores si no se abordan desde el inicio. Una adecuada lipomodelación también puede mejorar la movilidad del tórax y reducir tensiones en la piel, favoreciendo una recuperación más armoniosa.
En conclusión, la lipomodelación del tórax tras una mastectomía de masculinización no es un lujo estético, sino una extensión necesaria del proceso quirúrgico para asegurar resultados más naturales, funcionales y alineados con la identidad del paciente. Su inclusión en el plan quirúrgico representa un paso más hacia una atención médica integral y respetuosa con las necesidades de las personas trans.